Civilización.
El orden a base de jerarquías o monarquías no es tan propio del humano, como muchos imaginan. Muchas especies se rigen bajo el poder de un líder. En las manadas, por ejemplo.
Sin embargo, el mayor ejemplo de estructura, orden, disciplina y productividad lo dan especies como las hormigas y las abejas; en las cuales el sistema de gobierno es la monarquía, donde hay jerarquías: reina, soldados, obreros.
Por ello no es difícil entender por qué nuestra especie se ha regido bajo estos sistemas desde su origen.
Fuera de las injusticias encontradas en estas formas de gobierno, contra las cuales han luchado y lucharon personas como Karl Marx, parece ser una manera correcta de mantener orden y disciplina.
La diferencia es clara y enorme entre hormigas y humanos: Inteligencia desarrollada, evolución, uso de razón, civilización, cerebro.
Sería interesante encontrarse una colonia de hormigas en la cual la clase obrera se organizara para hacer un golpe de estado y se revelara contra la reina.
Otra diferencia es: que las hormigas no pelearían por una jornada laboral mejor pagada, por más derechos, educación, u otras injusticias que encontramos en nuestra civilización.
Claro que, los abusos que se cometen en nuestra civilización tampoco se cometerían en este tipo de especies: más poder, pelea por petróleo, riquezas, minería, agua, corrupción, lavado de dinero, narcotráfico, tráfico de órganos, etc.
Este tipo de estructuras son parte de la evolución para tener un mejor control de la especie, sin embargo, también es parte de ésta el modificarlas y hacerlas más justas para todos sin perder el orden; pues sería caótico si todos los individuos de una especie ejercieran poder de ‹‹ reyes ››.
En cualquier organización son necesarios las jerarquías y los niveles de poder. Pues permiten una mejor decisión y ejecución de órdenes y acciones. Existe respeto, y además exige una preparación para ejercer de manera adecuada cada labor. Esto cuando no se impone a una persona en algún cargo.
Las injusticias y abusos se cometen cuando la razón encuentra ambición, que paradójicamente es un sentimiento de supervivencia.
La acumulación y el poder ‹‹ aseguran ›› la existencia de un individuo; es enfermizo, pero también es un sentido de protección hacia los propios intereses. Esto incluye: seres queridos, bienes, acumulación material, ‹‹ inmortalidad ››.
Lo terrible de esto es, que estos sentimientos enfermizos también son heredables. Y el problema —ya muy difícil de erradicar— es que el poder lo tienen, principalmente, personas enfermas, psicópatas y ambiciosos que únicamente apelan por sus intereses, y que son capaces de aniquilar a otros por defender su existencia. Esto desencadena otros sentimientos negativos, donde también entran en juego aspectos psicológicos y sociales, pero no nos adentraremos en ellos.
El sistema actual, a nivel global, está podrido por personas corruptas, abusivas, egoístas, ambiciosas, enfermas; bien sabido por todos nosotros. Y cuando digo ‹‹ sistema ›› no hablo únicamente de gobiernos y monarquías, sino de todo lo demás: religiones, ejércitos, fuerzas policiales, empresas, asociaciones, sectas, logias, sociedades, sector salud, medios de comunicación; e incluso a escalas más pequeñas y cercanas, en microempresas —el yugo— y estructuras familiares. También la educación y la cultura están podridas.
La mafia ha llegado a todos los niveles, desde organizaciones mundiales, federaciones deportivas, hasta secretarías de educación. El dinero y el poder son la herramienta principal para la manipulación en beneficio de un solo individuo o grupos de poder. Incluso en hechos más cercanos en los que la sociedad es participe, como el dar mordidas, corrompiendo al mismo poder.
No es de extrañarse las alianzas entre diferentes grupos de poder: gobiernos, organizaciones, empresas, laboratorios y medios de comunicación para la protección de un individuo o grupos en especial; con beneficio económico, de poder, de bienes, imagen o beneficio comercial, entre otros. Que en muchas ocasiones es de manera ilícita. Lo cruel es que hay grupos que se benefician del daño a la sociedad de manera directa o indirecta, y en estos casos no intervienen organizaciones creadas para evitar dichos daños, demostrando así la protección de intereses.
Pero esto no es culpa solamente del mal gobierno y la corrupción, la sociedad —el pueblo— tiene gran parte de la culpa. Parece que en estos tiempos hemos perdido la voluntad, el sentimiento de lucha, de presión, la sed de justicia y el hambre de conocimiento. El conformismo, consumismo, embrutecimiento, la ignorancia y el desinterés de la sociedad han permitido a los grupos de poder y ‹‹ líderes ›› aprovecharse y llegar al poder. Burlándose con cinismo, casi siempre, del pueblo. Pero desgraciadamente la sociedad lo sigue permitiendo, se sigue dejando humillar a través del consumo, el silencio y el conformismo de una despensa, un artista en la feria o un partido de fútbol.
Es cierto: Una sociedad ignorante es manipulable.
Quizá si las hormigas tuviesen uso de razón y fuesen una especie con una civilización avanzada, encontraríamos una impresionante similitud con nuestro sistema. Aunque sí existen éstas entre ambas especies: las hormigas obreras jamás protestan y parece que actualmente más que seres pensantes somos hormigas obreras, esclavas del sistema, embrutecidas por el internet y la televisión, enajenadas con la cultura de consumo y lo comercial. Hormigas orgullosas de estar embriagadas con alcohol cada fin de semana; educadas a base de competencia y aniquilación del otro, a base de violencia, de la cultura del caos.
Amantes de la cultura del narco y el reggaetón, de la violencia, del dinero fácil. Sociedad con carencias, en pobreza, vulnerable, humillada, sometida.
En esto concluyo que nuestro podrido sistema es parte de un razonamiento de supervivencia natural que no ha evolucionado lo suficiente.
La culpa es de ambos — gobierno/sociedad— sin embargo la pegunta es: ¿Quién tiene más culpa?